lunes, 4 de enero de 2010

El menoscabo de las no-palabras

Todas las mañanas Juan se acerca a la ventana del jardín y con sus pequeñas manitas aparta la cortina para observar maravillado la encina, la adora y cuando pase el invierno su padre y él construirán una cabaña enorme en sus Ramas.
Miguel, su padre, se acerca siempre a su lado a mirar tras los cristales, le abraza y tras varios minutos en silencio mira a Juan, le sonríe y le sube en sus hombros para llevarle a dasayunar a la cocina.
Miguel no puede dejar de pensar en la choza tan magnífica que constuirá en el jardín para su hijo con la madera de talar la encina en primavera

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